Tuve que encontrarte

No sé si decir que era mi destino. Nunca creí en él, Pero tuve que encontrarte después de todos estos años. De entre toda esa gente. A la primera mirada, también supiste que era yo. Porque tus ojos lo sabían, porque tú también necesitabas encontrarte en mí, así como Yolo hice en ti. Paso de repente, nadie diría que fue fácil. La gente siempre conviene rituales a ese tipo de cosas, poniéndole obstáculos a algo que debería ser tan natural. Bien sea por amor o amistad todos buscamos a alguien que nos complete o que nos inspire esas cosas que dejamos olvidadas, porque sentíamos que no nos hacia falta.

Caminando por una calle de Bruselas, desde que te dejó aquel galo en el que dejaste perdida tus esperanzas. Soltaste ese saco, ese lastre de corazones y lágrimas, de esperanzas y devociones. Y caminaste… Caminaste a lo largo del río para que se llevara tu melancolía, sin conseguirlo. Ahora de vuelta en casa, a tus quehaceres. Te enfocas en lo que tú crees real pero yaces vacía en verdad.

Nadie se merece la miseria de la soledad, pero es necesaria para emprender el viaje que te llevo a mi. A la búsqueda de una nueva incertidumbre, de tu refugio perfecto. Por mi parte yo siempre estuve en esa furiosa empresa, en esa misión sagrada. Yo la acepte hace muchos siglos y entendiendo mi destino, aprendí a ser paciente y esperar.
 A pesar de toda la tempestad del exilio y del filo del fracaso, Tuve la certeza de mi reencarnación. Renaciendo en tus ojos, cuando me llamaban a voltear para besar tu cara inmaculada.


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