Los 10 derechos imprescriptibles del lector de Daniel Pennac 1. El derecho a no leer. Como cualquier enumeración de derechos que se respete, la de los derechos a la lectura debería empezar por el derecho a no hacer uso de ellos —y en este caso con el derecho a no leer—, sin lo cual no se trataría de una lista de derechos sino de una trampa viciosa. Para comenzar, la mayoría de los lectores se conceden a diario el derecho a no leer. Mal que le pese a nuestra reputación, entre un buen libro y una mala película de televisión, la segunda sale ganando con más frecuencia de lo que nos gustaría confesar. Y además nosotros no leemos de continuo. Nuestros períodos de lectura alternan a menudo con largas dietas durante las cuales basta la visión de un libro para despertar las miasmas de la indigestión. Pero lo más importante está en otra parte. Estamos rodeados de cantidad de personas del todo respetables, a veces graduadas en la universidad, incluso “eminentes” —de las cuales a...
Rápido, rápido bajan los grillos dispuestos a comerse las sombras que me agobian, en este día tan especial y trágico, porque el olvido lo ha convertido en un día así para mí. Funesto, pero no importa, porque tengo a estos grillos, foráneos, que se comen mi desdicha. Los oigo venir desde lejos. Los espero todo el día sentado y la ansiedad me mata, cuando esto pasa no encuentro que hacer, me como las uñas porque he dejado el cigarrillo, bueno, solo ha medias, por lo menos lo hago hasta que las sombras empiezan a manifestarse de nuevo, y es allí cuando espero a los grillos más que nunca. Mi amada me ha dicho, que cada vez que sienta ansiedad y que quiera tomar un respiro en mi vicio, le de un beso, pero, es imposible cuando tenemos esta brecha kilométrica entre nosotros. Es que ella no se da cuenta, porque nunca las ve, las sombras saben cuidarse muy bien y también quieren divertirse un poco, así que dejan que mi amada les pase por un lado ...
La luna no para de brillar esta noche… ¿Como catalogarían los científicos lo que sentimos el uno por el otro? Es que ciertamente no se equivocaron con platón al darle su nombre. Yo lo nombraría un amor astronómico. Copérnico lo describiría muy bien. El dijo que era este y no el sol el centro del universo. ¿No es así? Basta con cerrar los ojos y relajarse e ir flotando a cualquier parte. El jueves de nuestro viaje a la india, Estaba reposando bajo el árbol del templo cuando te vi emerger de las aguas del lago. Las flores descendían girando desde el cielo, que rendían tributo a su diosa. ¡Una imagen digna de verse! A pesar de tu punto rojo en la frente y el vestido verde hindú pegado a tu cuerpo te reconocí al instante. Tus pechos firmes y tus labios de primavera te delataban. Aunque tus caderas y piernas torneadas te hacían lucir tan flamante y terrible como Kali. De pronto desperté de mi meditación. Me vi solo pero no me dio miedo. Podía sentir tu olor re...
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